Monteagudo, el patriota silenciado




Por Darío Ferrazzano
“Mi país es toda la extensión de América”.  Bernardo de Monteagudo es el autor de esta frase, que hoy está tomando impulso y protagonismo en nuestra  América del Sur.  La historia oficial de Mitre desplazó a Monteagudo, a quien calificó como demagogo, tribuno exaltado, funesta influencia para San Martin, terrorista por temperamento y por sistema, presente en todas las hecatombes de la revolución. Pues bien, veamos qué fue lo que hizo Monteagudo para merecerse estas calificaciones.

Bernardo de Monteagudo nace el 20 de Agosto de 1789 en Tucumán, y muere el 28 de Enero de 1825 en Lima, Perú, cuando dos sicarios, contratados por la oligarquía que se veía amenazada por sus ideas, le clavan una daga. Treinta y cinco años le alcanzaron a este abogado, periodista, militar y político para convertirse en uno de los Revolucionarios de Mayo más importantes. Hijo de un militar de segunda línea y de una mujer humilde, se lo acusaba de tener sangre indígena (o negra) y de ser hijo ilegítimo. 
Influenciado por libros de la Revolución Francesa y sus autores, Bernardo de Monteagudo con apenas 19 años se convierte en el impulsor de la Rebelión de Chuquisaca desplegada en Bolivia el 25 de Mayo de 1809. Rebelión que fue la base de la Revolución de Mayo que tuvo lugar en Buenos Aires exactamente un año después. 
Promotor de la libertad de vientre, de la liberación de esclavos e indígenas, de la igualdad de todos los habitantes del territorio, anticatólico y con gran desprecio por los españoles; nunca se consideró argentino, sino que se decía americano.  No creía en un territorio con límites, sino que su idea era la de LOS ESTADOS UNIDOS DE AMERICA DEL SUR.  Fue redactor del Acta de Independencia de Chile, hombre de confianza de San Martín y de Bolivar, mano derecha de Juan José Castelli haciéndose cargo de su defensa en el juicio que se le inició por su expedición al Alto Perú, y de su voz -literalmente- cuando Castelli perdió el habla. Fundador del periódico Mártir o Libre redactor de La Gaceta, miembro activo de la Logia Lautaro, integrante y autor de muchos de los textos de la Asamblea del Año XIII, y autor de un gran escrito que anticipaba sus ideas sobre el colonialismo en nuestras tierras, y su deseo de Libertad: Diálogo entre Fernando VII y Atahualpa
 
Hacia la primera década del 1800, España estaba en una grave crisis: Napoleón había invadido el territorio de los autores del genocidio americano y había sacado del poder al Rey Fernando VII para poner a la cabeza del país a su hermano.  Aquí es cuando Monteagudo comienza a establecer las bases de nuestra libertad, llevando como idea inicial lo que luego se denominó el Silogismo de Chuquisaca: ¿Debe seguirse la suerte de España o resistir en América? Las Indias son un dominio personal del rey de España; el rey está impedido de reinar; luego las Indias deben gobernarse a sí mismas”. En este mismo sentido, va a sostener que ningún hombre es tal si no es dueño de su propia libertad. América no tiene que resignarse a ser esclava y servir a un amo. Con estas ideas, Monteagudo da base a su definición de Patriota: un hombre que logra dejar de lado su egoísmo personal para lograr el bienestar colectivo.  Aquel que sea egoísta, no trabaje y no tenga  ambición de gloria, no puede ser patriota.  Y es éste tipo de persona, nos dice Bernardo de Monteagudo, quienes dificultan la lucha contra el tirano.

“”Funcionarios públicos, guerreros de la patria, legiones cívicas, ciudadanos de todas clases, pueblo americano, jurad por la memoria de este día, por la sangre de nuestros mártires y por las tumbas de nuestros antepasados, no tener jamás sobre los labios otra expresión que la independencia o el sepulcro, la LIBERTAD o la muerte.”  Bernardo de Monteagudo, 25 de Mayo de 1812.


Darío Ferrazzano

Violencia mediática, violencia invisible





Por Alejandra Iglesias y Mónica Córdoba



En los últimos meses hemos visto cómo diferentes medios evocan las palabras  “violencia simbólica o mediática”. Resulta que la violencia mediática es una de las modalidades en que se manifiesta la violencia simbólica. Según Pierre Bourdieu “Toda violencia de género es violencia simbólica en tanto implica relaciones de poder desiguales histórica y culturalmente establecidas entre hombres y mujeres. Tienen su origen en pautas culturales, prácticas, estereotipos y representaciones que construyen los cuerpos de una manera determinada, inscribiendo en ellos unas significaciones culturales y sociales”.
Lo que denominamos violencia simbólica, es sutil y perversa porque se sostiene a través del lenguaje y las representaciones culturales, que al naturalizarse y hacerse invisible, garantiza el éxito porque no se cuestiona lo que no se puede ver. Constituye por tanto una violencia dulce, invisible, que viene ejercida con el consenso y el desconocimiento de quien la padece, esconde las relaciones de fuerza que están debajo de la relación en la que se configura. Es la imposibilidad misma de ser identificada lo que sostiene su función ideológica y poder simbólico. Por lo tanto la violencia simbólica es la que asegura la dominación y la que justifica y legitima la violencia estructural y la violencia directa.
Sólo por nombrar algunos ejemplos de produce violencia simbólica cuando:
A través de un aviso publicitario se pone a la mujer como la “única responsable” de las tareas de la casa, de la crianza de los hijos, etc.
Cuando en un programa de TV un conductor “corta la pollerita” a una participante y pretende ser divertido.
Cuando en una publicidad de desodorantes se pone al hombre como “cazador de mujeres” o decide “quedarse con la rubia y la morocha, ¿Por qué elegir si te podes quedar con las dos?
Cuando en un aviso publicitario se pone a la mujer como un  objeto de deseo.
Cuando se habla de “los hombres”… en vez de “mujeres y varones”.
Estos recurrentes  mensajes e imágenes que estereotipan y discriminan contribuyen a reforzar y reproducir relaciones desiguales entre los géneros, ubicando a las mujeres en el lugar de objetos, dicha asimetría en las relaciones de poder son las que naturalizan la violencia contra las mujeres, llegando a expresarse de la manera más extrema con los FEMICIDIOS.
La actual Ley 26.485 de “Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra las Mujeres en todos los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales”, define la violencia como: “toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal.”
Por su parte, la Ley 26.552 de Servicios de Comunicación Audiovisual, prevé en su Art. 70 que: “La programación de los servicios previstos en esta ley deberá evitar contenidos que promuevan o inciten tratos discriminatorios basados en la raza, el color, el sexo, orientación sexual, el idioma…”, etc.
A pesar de contar con una legislación cada vez más amplia en el reconocimiento de los derechos humanos se da esta paradoja.  El creciente número de hechos de violencia contra las mujeres ha aumentado de forma alarmante.
En los últimos años hay un sinnúmero de casos que parecen haberse multiplicado desde el tan publicitado y mediático hecho ocurrido con el ex baterista de Callejeros, Eduardo Vásquez. Un hecho de violencia doméstica que terminó con la muerte de su esposa Wanda Taddei, que falleció en el Hospital Santojanni, al tiempo de haber ingresado con graves quemaduras, el 10 de diciembre de 2010.
¿Pero qué es lo que produce este tipo de violencia física? ¿Qué la hace posible? Parece ser que hay un tipo de violencia más compleja y más sutil que precede a la violencia física.  Y es la violencia mediática o simbólica.
Si queremos erradicar las violencia de género en todas sus expresiones tendremos que informarnos, denunciar y cambiar un tipo de pensamiento arraigado tanto en varones como mujeres. Esto es sólo el principio queda un largo camino por recorrer. Quizás el primer paso sea modificar nuestro lenguaje cotidiano.

 Alejandra Iglesias - Mónica Córdoba

"Lo que llevo de ausencia"




Un obra sobre Haroldo Conti
Por RFH
En el teatro del Borde, ubicado en la calle Chile al 630,  ya podemos disfrutar de una nueva y original propuesta teatral, poética y musical realizada en homenaje a Haroldo Conti. Específicamente inspirada en su último cuento “A la Diestra”, con dramaturgia y dirección de Alfredo Martín y  protagonizado por Marcelo Bucossi y la participación especial del guitarrista Antoliano Rojas.
A Marcelo Bucossi ya lo hemos visto afrontar con solvencia otro desafío en este año:“Espectros” de Ibsen en el Centro Cultural de la Cooperación, así como  en la temporada pasada lo vimos en la realización de "Ofensa" de J. Hopkins, con dirección de Marcelo Velázquez, en el Teatro Andamio 90. Por este último trabajo fue nominado a "Mejor actor dramático" para el Premio Florencio Sánchez y el espectáculo resultó ganador del premio Mundo T.: "Mejor espectáculo de Teatro independiente".
Razones suficientes, entonces, para esperar que en esta interpretación, Bucossi logrará encarnar un Haroldo Conti con la altura que el personaje se merece. Además, tiene para él un estímulo especial este rol, ya que Marcelo Bucossi es -al igual que Conti- nacido en Chacabuco y la obra tiene mucho de evocación del pueblo natal de ambos.

La Obra:
Haroldo Conti
El 5 de mayo de 1976 Haroldo Conti fue secuestrado, en el marco del denominado “Proceso de Reorganización Nacional”, en su casa del barrio de Villa Crespo. A pesar de que el escritor sabía que lo estaban buscando, él había decidido, quedarse con su familia en el país. Su desaparición fue, como todas, acompañada por el saqueo sistemático en su vivienda. Aquella noche, Haroldo había intentado finalizar el relato que, luego, se convertiría en el último de sus cuentos: “A la Diestra”. En este  texto, que escribe tiempo después de haberse enterado de la muerte de su tía -Teresa Marino- y que se situa en Chacabuco, su pueblo natal;  evoca diferentes recuerdos significativos de su infancia. A su vez, y en claro homenaje a su tía, se desarrolla una fiesta pueblerina en el cielo, con asado y todo, a la cual son invitados diferentes amigos y familiares muertos. Uno de los puntos nodales del cuento es la alegría de la celebración.  Increíblemente, aquel escrito fue dejado intacto en la máquina de Haroldo, salvándose del brutal saqueo perpetrado en su domicilio. 
El espectáculo entonces, nos plantea la aparición del escritor, en su casa de Villa Crespo, tiempo después del secuestro. Vuelve al lugar de los hechos con el deseo de terminar ese último cuento. A partir de allí, Conti emprenderá un viaje sensorial, lúdico y a la vez nostálgico con aquellos seres y lugares de su Chacabuco natal. Un recorrido literario en torno a su infancia y a su vida. Pero el recuerdo oscuro de aquella última noche, en esa casa, lo acosará incesantemente como un fantasma, interrumpiendo su aventura imaginaria, envuelta de pasado. Haroldo intentará exorcizarlo haciendo, según sus propias palabras, lo único que lo calma: escribir. Aparecerá, entonces, su enorme potencia poética hasta encontrarse él mismo, convocado a esa fiesta  junto a los suyos, allá arriba, en el cielo. 
Alfredo Martín, dramaturgo y director de esta obra, viene dirigiendo en Andamio 90 desde el 2008. En este último tiempo, presentó en este lugar  “El jardín de los cerezos o la fugacidad del tiempo”, a partir de la obra de Anton Chejov, con buena respuesta de público y crítica. Además, Alfredo Martin es médico psiquiatra, psicoanalista y docente en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático.
Todos estos antecedentes nos llevan esperanzados hasta la platea del teatro del Borde, pero además, ¿quién no quisiera ver volver de alguna manera a Haroldo Conti?

Ficha Técnica: Actor: Marcelo Bucossi; Músico en Escena: Antoliano Rojas; Escenografía e Iluminación: Kenneth Orellana; Vestuario: Ana Revello; Asistente de Dirección: Guido Passafaro; Dramaturgia y Dirección: Alfredo Martín.

En el Teatro Del Borde, Chile 630. Tel. / Informes y Reservas: 4300-6201. Entrada $.60.-  Jubilados/Estudiantes: $ 40